Todos los productos tienen un código

Sin importar su origen, de qué material están hechos o para qué sirven, a todo lo que consideramos mercancías se le puede asignar un código que las identifica.
Los aguacates.
Los limones.
Los refrescos de sabor.
Las mesas de comedor.
Las televisiones.
Las motocicletas.
Todas ellas tienen algo en común: siguiendo un conjunto de reglas y criterios, se les puede asignar un código específico; una especie de apodo que las identifica y las distingue de otras mercancías.
Y con ese código se abren las oportunidades del comercio exterior.